Después de mis conferencias sobre medicamentos tituladas “lo que no pude decir tras el mostrador” toca ya hablar de algo de lo que aún se puede hablar menos: aquellas substancias y plantas que están completamente prohibidas y cuya mención es tabú, incluso en círculos alternativos. Estas plantas están prohibidas desde principios del siglo XX, justo en las mismas fechas en que se empieza a imponer la medicina química moderna y la economía de la Reserva Federal.
Mi mensaje, pues, va dirigido a aquellos que sienten que su cuerpo les pertenece. Es un mensaje que dice que todos los fármacos, concretamente los psicofármacos, comparten mecanismos similares y que su estatus legal no depende de su toxicidad sino de otros factores.
Visto el contexto, pues, cabe recordar que a mediados de S.XX las investigaciones en psicoterapia con ciertas substancias capaces de abrir el subconsciente estaban siendo muy prometedoras. Dieron como resultado a individuos que habían cambiado su orden de prioridades y abandonaban el estilo competitivo de vida para estar más de acorde con ellos mismos. Como consecuencia, vino de nuevo otra prohibición, que sigue vigente. A pesar de ello, se han hecho cosas y muchos son los que piden que se permita trabajar con estas substancias. Ellas son la base de muchas culturas chamánicas, con sistemas de valores muy distintos a los nuestros.