Jorge Celestino Ruiz, tercer periodista asesinado en México esta semana

Este viernes fue asesinado a balazos el periodista Jorge Ruiz, en el municipio de Actopan, en el Estado mexicano de Veracruz (sureste de México). El reportero, que trabajaba para El gráfico de Xalapa como corresponsal en esta localidad, ya había denunciado amenazas y había sido atacado en varias ocasiones.

La Fiscalía local ha reconocido que las medidas de protección con las que debería haber contado el periodista, como escoltas, no se estaban aplicando.

La prensa local soporta la presión constante del crimen organizado. A ella pertenecen la mayor parte de los periodistas asesinados y recibe múltiples amenazas y ataques ante el intento de los grupos delictivos y gubernamentales por controlarla.

En apenas cuatro días se han cometido tres asesinatos contra informadores de los nueve que se han producido en lo que va de 2019. En 2018, México se convirtió en el país sin guerra más violento para la prensa, y en 2019 los asesinatos de profesionales de la información no cesan. La mañana de ese mismo día falleció tiroteado Édgar Nava, editor de La verdad de Zihuatanejo, y este martes fue también encontrado sin vida en el Estado de Morelos el director del portal Guerrero al instante.

El estado de Veracruz es el que más homicidios de periodistas registra, con 23 casos, seguido por Guerrero, con 17, Oaxaca; Tamaulipas, con 16, y Chihuahua con 14.

 
México: la vida de un periodista no vale nada. Responsabilidad política de AMLO

En México, las oligarquías criminales -que han estado en el poder durante más de un siglo- siguen controlando a una prensa servil hasta la indecencia y, aquellos medios periodísticos pequeños y decentes, que se atreven a desafiarla, son el blanco fácil de los asesinos que siguen actuando con absoluta impunidad.

Hemos comenzado el mes de agosto con las vidas de otros dos compañeros truncadas: dos periodistas más asesinados en México y es que, desgraciadamente, hasta aquí, no ha llegado el cambio de AMLO: ser periodista independiente, valiente y comprometido, en México es comprar muchos boletos para tu propio funeral con mariachis incluidos.

Jorge Ruiz, periodista de El Gráfico de Xalapa, en el Estado mexicano de Veracruz, ya había sufrido ataques violentos con anterioridad y había hecho públicas las amenazas que sufría en reiteradas ocasiones. El otro periodista asesinado ha sido Édgar Nava, editor de La Verdad de Zihuatanejo.

Pero no pasa nada; en México sale el Fiscal en televisión, con cara compungida, reconoce que fallaron las medidas de protección con las que deberían haber contado los periodistas, y a seguir… hasta el próximo reportero asesinado.

La sociedad mexicana se ha acostumbrado a escuchar, en los informativos, las noticias sobre periodistas asesinados, con idéntica naturalidad (e insesibilidad) a la que la sociedad española presta a las víctimas de accidentes de tráfico.

El mes de julio se cerró con el asesinato, el día 30, de Rogelio Barragán, director del periódico digital Guerrero al Instante; dos impactos de bala acababancon la vida del periodista en el Estado de Morelos.

La prensa local (la única mínimamente veraz e independiente, porque los grandes grupos de comunicación mexicanos apestan -lo mismo que en España- a corrupción y dependencia de mafias criminales) vive bajo una constante amenaza de los cárteres de la droga y el crimen organizado.

En México, las oligarquías criminales -que han estado en el poder durante más de un siglo- siguen controlando a una prensa servil hasta la indecencia y, aquellos medios periodísticos pequeños y decentes, que se atreven a desafiarla, son el blanco fácil de los asesinos que siguen actuando con absoluta impunidad.

La violación de menores (que ha situado a México como el paraíso sexual de los pederastas, por delante -incluso- de Tailandia) y la falta de libertad de información (que en tierras mexicanas se paga con la vida de los periodistas aguerridos) son las mayores vergüenzas nacionales de una nación que, por mucha buena voluntad que traiga López Obrador, va a necesitar de mucho valor y mucho coraje para atajarlas con decisiones gubernamentales.

EE.UU. y el Mossad: objetivo derrocar a López Obrador

Y ni siquiera sé si ninguna de ambas tragedias son asumidas por AMLO como auténticas emergencias nacionales.

México sigue teniendo muchos gobernadores de estado, jueces, fiscales y policías comprados por las mafias criminales ligadas, fundamentalmente al narcotráfico y el negocio del sexo; este es el México que ha heredado López Obrador y ahí tiene su talón de Aquiles desde el que le atacan sus peores enemigos, unos enemigos protegidos por Estados Unidos y por El Mossad israelí, cuyo objetivo final es el derrocamiento de AMLO, incluso, mediante un golpe de estado si fuera necesario.

En los últimos días se producían otros tres asesinatos de periodistas… y ya van 9 periodistas asesinados en Méxicoen lo que llevamos de año.

México tiene el vergonzoso privilegio de ser el primer país del mundo, no en guerra, con mayor cifra de periodistas asesinados.

En México, para quien se atreve a hacer periodismo de verdad, estados como los de Veracruz, Guerrero, Oaxaca, Tamaulipas y Chihuahua son sinónimo de muerte.

Resultan inadmisibles las explicaciones oficiales. Y el pueblo debe reprochárselo a su amado AMLO. Porque la obligación del pueblo no sólo es vitorear a su líder; también debe presionarle para que la transformación de México no cese, para que no se ceda ni un milímetro en las conquistas obtenidas y para poner fin a situaciones contrarias a los más elementales derechos humanos.

Sí, ya sé que AMLO no tiene la culpa, que precisamente son sus enemigos quienes están detrás de estos asesinatos pero, por favor, López Obrador es el presidente y debe hacer algo de manera inmediata: declaración de la pederastia y la falta de libertad de prensa como dos emergencias nacionales y, en consecuencia, designar a dos personas “de su más absoluta confianza” como altos comisionados (o como decidan denominar a estos dos ciudadanos que, recalco, deben serde su más absoluta confianza” porque tengo la impresión de que, también en su círculo más próximo, el presidente de México tiene poderosos enemigos vendidos al narcocrimen y a los anteriores “amos del rancho mexicano” y que algunos de sus más directos colaboradores actúan con el presidente mexicano como Judas lo hizo con Jesucristo), altos comisionados encargados de acabar, como sea, por lo civil o por lo militar, con ambas lacras que lastran y minimizan cualquier éxito logrado en cualquiera de los muchos ámbitos de transformación profunda y radical que precisa la nación mexicana; altos comisionados que tienen que gozar de plenos poderes (incluso extraconstitucionales si fuera necesario) para cesar a gobernadores, fiscales, jueces y policías corruptos y colaboradores de estas bandas de asesinos.

Está muy bien -y queda muy progresista- renunciar a vivir en Los Pinos y abrir el Castillo de Chapultepec al pueblo;resulta muy populista echarnos a los españoles la culpa de todos los males mexicanos, hasta del terremoto de 1.957.

Pero quienes hemos creído en el mensaje de transformación profunda y radical de las estructuras políticas, económicas y sociales de México, quienes en España hemos apostado por López Obrador (y hay que tenerlos muy bien puestos para aguantar, como estamos aguantando en La Tribuna de España, el apoyo a un presidente que no nos pone las cosas nada fáciles cada vez que abre la boca para referirse a los españoles, olvidando, tal vez, que las crueldades de la Conquista las causarían sus abuelos y no los nuestros que se quedaron aquí) esperamos mucho más de AMLO que un brindis al sol y afortunadas declaraciones para encontrar el apoyo fácil.

Son muchas las cosas buenas -y algunas de importancia vital- que se han hecho en México desde la llegada de AMLO y soy plenamente consciente de que para regenerar un país, que sufre más de cien años de corrupción y tiranía disfrazada de democracia, se necesitan acaso lustros de cambios y buen gobierno… pero López Obrador debe tomar la delantera ante la tragedia, la vergüenza nacional de ser el paraíso turístico de los abusadores sexuales de niños y de encabezar el ranking de países con mayor número de periodistas asesinados.

Pero es que, además, es precisamente en estas dos tremendas tragedias nacionales donde sus enemigos pretenden cavar la fosa política de López Obrador.

En las manos de AMLO está tomar esta decisión difícil, valiente, ejemplarizante y definitivamente prácticaque persiga hasta las alcantarillas, si fuera necesario, las estructuras del crimen organizado que controla la pederastia y decide qué periodistas no deben volver a disfrutar de una puesta de sol.