El Parlamento Europeo aprueba el acuerdo del Brexit

Los eurodiputados han ratificado este miércoles el acuerdo de retirada de Reino Unido de la Unión Europea (UE), por 621 votos a favor, 49 en contra y 13 abstenciones, sellando el primer divorcio en la historia del bloque, en una jornada marcada por las lágrimas y las despedidas a dos días del Brexit. "Es un día triste para nuestro Parlamento (...) porque nuestras generaciones vieron caer muros", lamentó el presidente de la Eurocámara, David Sassoli, en una ceremonia de su grupo político titulada 'No es un adiós, es un hasta luego'.

Las lágrimas corrían por las mejillas de varios eurodiputados socialdemócratas, como su jefa de filas Iratxe García, a horas de que los diputados británicos abandonen el hemiciclo como decidió Reino Unido en un referéndum en 2016.

Tras dos horas de debate, el pleno de la Eurocámara se ha pronunciado sobre el acuerdo de divorcio cerrado en noviembre entre Londres y Bruselas tras casi tres años de giros inesperados, especialmente, en Reino Unido.

El voto favorable se daba por hecho, máxime cuando la comisión parlamentaria competente lo adoptó la semana pasada por 23 votos contra 3 y cuando la UE ansía pasar la página de un Brexit que consume su energía desde hace años.

El protagonismo ha recaído así en los eurodiputados británicos que, a las 23H00 GMT del viernes, dejarán de serlo, especialmente en Nigel Farage, adalid del Brexit, y que convocó una fiesta el viernes en Bruselas para celebrarlo.




"Es la fecha más importante desde que Enrique VIII nos sacó de la iglesia de Roma. Nos vamos del Tratado de Roma", aseguró en rueda de prensa Farage, para quien países como Dinamarca, Italia o Polonia seguirán los pasos del Reino Unido.

A diferencia de los partidarios del Brexit, las instituciones europeas mantienen perfil bajo. La firma oficial del acuerdo el viernes por los presidentes de la Comisión y el Consejo europeos se hizo de madrugada y sin periodistas. La Eurocámara parece seguir la misma línea. Su presidente ha convocado una "corta ceremonia" tras la votación. La retirada de las banderas británicas de las instituciones europeas tampoco contará con una ceremonia oficial.

"Esto se hará con toda la dignidad necesaria", aseguró no obstante una portavoz del Parlamento Europeo, precisando que un ejemplar de la 'Union Jack' se conservará en la Casa de la Historia Europea de Bruselas.

"NO DEJAMOS EUROPA"

Reino Unido se encamina a poner fin a 47 años de tumultuosa relación con sus socios europeos. Su embajador ante la UE, Tim Barrow, ha presentado esta mañana el documento formal de ratificación y sólo queda completar el trámite del lado europeo.

La marcha da la puntilla a una UE que superó, aunque no indemne, una crisis económica y otra migratoria en los últimos años y que fía su porvenir a políticas de crecimiento "verde" y mayor control de sus fronteras.

"Aunque dejemos las instituciones de la UE, no dejamos Europa", dijo ayer en Bruselas el secretario de Estado británico Christopher Pincher, abogando por una "cooperación amistosa" basada "en un acuerdo de libre comercio".

Con el divorcio encaminado, la atención se centra en el acuerdo sobre la futura relación, especialmente comercial, que ambas partes deberán cerrar para finales de 2020, cuando termina el período de transición previsto. Pero, con su retirada de la UE, Reino Unido recupera también su libertad para negociar acuerdos comerciales con terceros países, como el Estados Unidos de Donald Trump que ya ha puesto los ojos en su aliado transatlántico.

Washington, cuyo jefe de la diplomacia Mike Pompeo viaja hoy a Reino Unido, ha convertido en una prioridad cerrar un acuerdo comercial con el Gobierno británico de Boris Johnson en 2020, generando recelos en la UE.

"Sólo esperamos que Reino Unido continúe teniendo una relación tradicional tanto con la UE como con Estados Unidos", aseguró la víspera Sassoli a la AFP, para quien es "de interés para todos" cooperar.

 
Y llegó el Día B del Brexit

El 'premier' Boris Johnson convierte la salida de Reino Unido de la UE en una celebración nacional. La ruptura será esta medianoche (23.00 horas en Londres)

Boris Johnson planea convertir el Brexit en una celebración, pese a su llamamiento a la unidad nacional y su promesa de dejar atrás las divisiones. El Big Ben no tocará finalmente las campanas a las 23.00 horas de hoy (medianoche en España), pero el primer ministro británico pretende reunir a miles de partidarios de la salida de la UE ante Downing Street, donde se proyectará la imagen de un reloj para marcar la hora H del día B.

Además, el Gobierno británico prevé poner en circulación el 1 de febrero tres millones de monedas conmemorativas del Brexit de 50 peniques con la inscripción: "Paz, prosperidad y amistad para todas las naciones". Las Union Jacks ondearán todo el día para marcar el momento a lo largo del Mall y en la Plaza del Parlamento, donde el líder del Partido del Brexit, Nigel Farage, festejará también el día de la "independencia".

"El 'premier' asegura que quiere unificar el país, pero lo que está haciendo es restregar el Brexit por las narices de los partidarios de la permanencia", ha denunciado el ex viceprimer ministro conservador Michael Heseltine, que considera la salida de la Unión Europea como "el mayor error histórico desde la Segunda Mundial". "Al menos no sonará el Big Ben, y así nos ahorraremos la fatídica pregunta: ¿por quién doblan las campanas?".

Una mezcla de alivio y resignación se ha apoderado entretanto de los británicos en el final de la cuenta atrás. Al cabo de tres años y medio de forcejeo con Bruselas y de interminables luchas internas, el país parece dispuesto a pasar de página, pero sin el entusiamo ni el ímpetu que acompañó a la victoria electoral de Boris Johnson el pasado 12 de diciembre.

"Es el momento de mirar hacia delante con la confianza en el país global y pionero en que nos convertiremos en la próxima década", reiteró Johnson en la antesala del día B.

La fricción inicial con Donald Trump -por la concesión a Huawei de parte de la infraestructura del 5G-, la caída de las exportaciones de automóviles del 14% en un año y el conflicto abierto dentro del Partido Conservador por cuenta del controvertido y costosísimo proyecto del tren de alta velocidad HS2 han sido las primeras advertencias de lo que se avecina en una semana especialmente turbulenta.

Johnson tiene previsto rendir pleitesía al presidente estadounidense en febrero y empezar incluso a negociar antes con Washington que con Bruselas. El Reino Unido pierde la voz y el voto en el Consejo Europeo, y partir del 3 de marzo se sienta ya a negociar el futuro tratado comercial con la UE como ex miembro de la organización, aunque todo siga aparentemente igual a efectos prácticos hasta el 31 de diciembre del 2020, cuando culmina el proceso de transición.

IRLANDA DEL NORTE, EN EL ACANTILADO

Irlanda del Norte se asoma mientras con gran inquietud al acantilado del Brexit. "Traición", puede leerse en los murales de Sandy Row, el barrio unionista por excelencia en Belfast, en una afrenta dirigida contra Boris Johnson por su acuerdo de salida de la UE. En el horizonte despunta la temida aduana interior en el Mar de Irlanda: los empresarios, los sindicatos y los agricultores han puesto el grito en el cielo y amenazan con reclamar compensaciones millonarias a Londres.

"El Brexit tiene desgraciadamente sus consecuencias", ha advertido el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, a su paso huracanado esta semana por la Queen's University de Belfast. "Entiendo los miedos que existen por los efectos económicos que pueden tener los controles interiores. Pero el Reino Unido está de acuerdo en crear un sistema de inspecciones y controles para las mercancías de Gran Bretaña que entren en Irlanda del Norte".

"El texto es muy preciso y sé lo que está escrito", recalcó Barnier. "La decisión del Reino Unido de salir del mercado único y de la unión aduanera hace que esos controles sean indispensables".

Las palabras de Barnier han reactivado el miedo a duras penas contenido en los últimos tres meses por la reiterados "desmentidos" de Boris Johnson, declarando que "no habrá papeleos, ni controles, ni barreras" en el comercio entre Irlanda del Norte y el resto del país.

La semana pasada, en respuesta al líder unionista en la Cámara de los Comunes Jeffrey Donaldson, el primer ministro británico aseguró "enfáticamente" que no habrá restricciones en el comercio interior. Pero no sería la primera vez que una promesa de Johnson acaba en saco roto...

Katy Hayward, profesora de la Queen's University y coautora del informe "Bordering on Brexit", asegura que el acuerdo sellado con Bruselas supone "la fricción en el movimiento de mercancías" rumbo a Irlanda del Norte, y predice que la decisión tendrá "un coste para las empresas y para los consumidores". "Las fronteras tienen un alto valor simbólico, pero también unos efectos prácticos", precisa Hayward.

El temor de la vuelta a una "frontera dura" entre las dos Irlandas (algo que intentaba prevenir la Unión Europea con la polémica salvaguarda y contra la que tanto peleó Boris Jonnson) ha dejado paso al pánico a lo que algunos consideran una nueva "frontera marítima" dentro del Reino Unido.

"Los unionistas se van a sentir más vulnerables en este contexto, y sabemos por experiencia que la inseguridad en un lado puede llevar a polarización de la política", apunta la profesora especializada en divisiones sociales y resolución de conflictos.

Pese a la decisión del Partido Democrático Unionista (DUP) y del Sinn Féin de formar finalmente un Gobierno de coalición al cabo tres años, el Brexit ha dado ya un impulso renovado al referéndum por la unificación de Irlanda, convertido en la principal reivindicación de los republicanos para la próxima década.

 
El estado «liberado» del Reino Unido no liberará a los terroristas tan rápido como cuando estaba en la Unión Europea

Rápidamente, estamos comenzando a ver las consecuencias de la salida del Reino Unido de la Unión Europea (con lo que, de rebote, observamos la verdadera cara de esta satánica institución): apenas unos días después del Brexit, el gobierno de Boris Johnson ha anunciado que diez terroristas condenados no accederán de forma automática al tercer grado, como hasta ahora, y que las medidas de gracia serán más difíciles de obtener.

Lo cuenta Daily Mail.

PD: Siguiendo este razonamiento, las medidas a favor de la guerra de sexos y la homosexualización de la sociedad deberían empezar a derogarse en Reino Unido. Permaneced atentos a esta web.

 

Hay fumata blanca: la UE y el Reino Unido cierran 'in extremis' el acuerdo del brexit​

Han sido largos estos meses, tensos y de mucho trabajo en Londres y en Bruselas, pero por fin la Unión Europea y el Reino Unido han cerrado el acuerdo para la relación futura entre ambos tras el brexit, cuando han pasado más de cuatro años del referéndum. De esta forma, el 31 de diciembre -esa era la fecha límite- los británicos quedarán, a todos los efectos, fuera de la UE. Había entrado en el año 1973 y desde el 1 de enero del 2020 ya no era miembro activo, pero el escenario era el de un periodo de transición, precisamente para acordar el pacto que ahora se ha cerrado. El Reino Unido se convierte en el primer Estado miembro que abandona la Unión.

A falta de conocer más detalles sobre el mismo, la UE y el Reino Unido han limado todas las asperezas en lo referente a los puntos de discordia: la gobernanza del acuerdo, la igualdad de condiciones (el level played field, en inglés) y el asunto de la pesca, que acabó siendo el más complicado. "Queremos encontrar ya una solución, y vamos en el buen camino", había comentado una fuente comunitaria a 20minutos antes de la fumata blanca.

Lo que sí parece claro es que el acuerdo asegurará libre circulación de mercancías sin aranceles ni cuotas, reglas de origen y cualquier elemento relacionado con los bienes. Pero no sucederá lo mismo con servicios, circulación de personas o seguridad y defensa. En cuanto a la pesca, se darán 5 años y medio de transición para los pescadores europeos con un recorte de 25% de las capturas. Después habrá acuerdos anuales.

"Ha sido difícil, pero tenemos un acuerdo. Es justo y es equilibrado", ha explicado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en rueda de prensa tras anunciarse el pacto, en un mensaje pronunciado en inglés, francés y alemán. Estuvo acompañada del negociador jefe de la UE, Michel Barnier. Von der Leyen anunció que se resolvieron "los puntos de discordia". El Reino Unido seguirá "cooperando con la Unión Europeo en aquellas áreas de interés mutuo".

Desde el Ejecutivo comunitario, la presidenta aseguró estar "aliviada" por el acuerdo y agradeció la labor de las dos partes. "Nuestro futuro está en Europa", terminó diciendo, antes de pasar la palabra a Barnier. También habló de alivio, pero no ocultó su "tristeza" porque el Reino Unido abandone la UE. Lo que se ha hecho, dijo, es construir "una nueva hoja de ruta para el futuro" basado en un pacto comercial "justo" para las dos partes.

"El reloj ya se ha parado", ha venido a decir Michel Barnier, que no ha desarrollado demasiados detalles del pacto, más allá de la igualdad de condiciones o el acceso, de nuevo, justo en materia pesquera. Hizo hincapié además en que el acuerdo "no significa que las cosas no vayan a cambiar". La relación entre la UE y el Reino Unido cambia de registro. Por ejemplo, los británicos dejarán de participar en el programa Erasmus.

Por su parte, el primer ministro británico, Boris Johnson, celebró el acuerdo compartiendo en las redes sociales una foto suya con los brazos en alto. El tema de la pesca, que era el más espinoso, la presidenta de la Comisión aseguró que dieron "importantes pasos adelante" en las últimas horas. El primer ministro, por su parte, aseguró que "cumplen con la promesa" que hicieron tras celebrarse el referéndum del brexit. "En las próximas semanas nos vamos a centrar en luchar contra la pandemia, en recuperar los puestos de trabajo. Por fin todos juntos, como un Reino Unido verdaderamente independiente", sostuvo.

Por su parte, la ministra principal de Escocia dejó clara su postura: "Antes de que comience el giro, vale la pena recordar que el brexit está sucediendo en contra de la voluntad de Escocia. Y no hay acuerdo que pueda compensar lo que nos quita el brexit. Es hora de trazar nuestro propio futuro como nación europea independiente", escribió Nicola Sturgeon.

No está todo dicho​

La historia del Reino Unido con la UE es un poco rocambolesca. Ya en 1975 se celebró el primer referéndum sobre la salida o no del país en la Comunidad Económica Europea (que fue la precursora de la actual UE). Esto ocurrió solamente dos años después su entrada. Entonces ganó la permanencia. El del 2016 fue en cambio un referéndum marcado por el contexto poscrisis económica, en el que los brexiters apostaron por un mensaje duro y con mentiras que fueron reconocidas incluso por los partidarios de la salida. El 'no' al brexit apenas hizo campaña, y el resultado llevó a lo que ahora ha sucedido.

En los últimos días los negociadores habían logrado ya avances sustanciales en todas las áreas del futuro acuerdo comercial, incluidos los difíciles capítulos de la gobernanza y de la igualdad de condiciones en materia de competencia, con lo que solo quedaba pendiente el difícil obstáculo del acceso a las aguas británicas por la flota europea.

El proceso, con el acuerdo ya pactado, avanza, pero no acaba ni mucho menos. Ahora el acuerdo tiene que pasar por el Consejo Europeo, por los gobiernos de los 27 y por el Parlamento Europeo. La Eurocámara, eso sí, se ha abierto ya a una aplicación "parcial y provisional" sin su voto para que el pacto pueda entrar en vigor en el inicio de 2021. Esto daría además margen a los eurodiputados para estudiar los documentos y emitir su voto a mediados del mes que viene.

¿Cómo se ha llegado hasta aquí?​

Todo comienza el 20 de febrero de 2016, aunque las filias y fobias de los británicos con la Unión vienen desde los inicios. El entonces primer ministro británico, David Cameron, convoca un referéndum para votar la salida del Reino Unido de la UE. Se inicia entonces una campaña mucho más potente por parte de los partidarios de la salida que la que hacen quienes apuestan por la permanencia. Ahí está una de las claves del resultado final, que fue, por otra parte, muy ajustado. El referéndum se celebró finalmente el 23 de junio de ese año. Un 51,9% de los británicos vota a favor de la salida. La consulta tiene un 72,2% de participación y está marcada por la elevada abstención juvenil.

Al día siguiente, Cameron (que era partidario de la permanencia) presenta su dimisión como primer ministro. Se da entonces un cambio de ciclo. Solo dos semanas después llega al poder Theresa May. La que fuera ministra del Interior con Cameron ascendía a primera ministra para asumir el mayor reto político del país en la era moderna. También había votado por seguir formando parte de la UE.

Estamos ya en marzo de 2017. La UE entra en escena. El Gobierno británico envía a Bruselas una carta en la que se acoge al artículo 50 para salir del bloque comunitario y pide el inicio de las negociaciones. Era la primera vez en la historia que esto sucedía. Empiezan entonces las turbulencias de verdad, porque solo unos meses después May, que había convocado elecciones generales anticipadas para reforzar su liderazgo, pierde la mayoría absoluta y se tiene que apoyar en los Unionistas irlandeses para gobernar. Es el inicio de las hostilidades en el Parlamento británico.

Ese verano la primera ministra tiene que hacer frente a una cadena de dimisiones de sus ministros, que evidencian la inestabilidad del Ejecutivo. Una de esas salidas es la de Boris Johnson. A principios de otoño, la UE rechaza la propuesta de May para alcanzar una salida acordada y poco dañina para el Reino Unido.

No será hasta noviembre de 2018 cuando Londres y Bruselas marcan las líneas maestras del pacto de salida...pero esto supone el inicio de más hostilidades a nivel interno en Reino Unido. Al mes siguiente, Theresa May entra a defender su acuerdo con Bruselas en la Cámara de los Comunes. Al prever la derrota, decide aplazar la votación si marcar una fecha. La figura de la primera ministra se cae: el Parlamento británico rechaza por primera vez el acuerdo Londres - Bruselas: 432 votos en contra y 202 a favor.

En marzo de 2019 May somete por segunda vez a votación el pacto. Y la Cámara vuelve a rechazarlo entre feroces críticas a la primera ministra. La UE concede entonces a Reino Unido una prórroga con dos fechas clave: 12 de abril para un brexit duro o 22 de mayo para salir de forma ordenada siempre que los tories logren el respaldo del Parlamento británico.

Pero llega un tercer rechazo y Theresa May cae del todo. Entra en escena entonces el actual primer ministro, Boris Johnson, partidario de la salida de la UE. Siguen las tensiones pero en diciembre de 2019 el Reino Unido llega a la parte final. El 31 de ese mes deja de formar parte de la UE, y arranca entonces un periodo de transición que se cierra ahora. Cuatro años y medio de tensiones, reproches, votaciones perdidas, discursos, una UE firme y un Reino Unido titubeante. Johnson consigue ver su luz al final del túnel gracias a que no tiene oposición en la Cámara de los Comunes. Apoyado en la mayoría absoluta ha logrado su propósito, con más pérdidas que ganancias. Con todo, la conclusión es clara: los británicos ya no forman parte de la Unión Europea.

Por otro lado, según la serie de encuestas de Pew Research Center, en catorce observaciones hechas durante los últimos 16 años, los contrarios a la UE solo superaron dos veces, y por un margen mínimo, a los favorables. Actualmente quienes están a favor sacan 23 puntos a los que están en contra.

¿Cuáles son las causas del brexit?​

Siendo muy concretos, las causas de lo que ha sucedido, de la salida del Reino Unido de la UE, se pueden resumir en tres:

La economía: los británicos ya no desean tener que cargar con lo que consideran el manejo irresponsable de los demás. Los promotores creen que al final, los europeos necesitan un centro financiero fuerte en Londres, y por esta razón no lo bloquearán. Esta posición independiente podría favorecer a la economía interna del Reino Unido.

La UE como gigante político: entre los británicos existe una creciente desconfianza hacia las organizaciones multinacionales financieras, comerciales, y de defensa que fueron creadas después de la Segunda Guerra Mundial. Muchos de los que se oponen a la UE creen que estas instituciones ya no tienen un propósito más allá de dominar a los Estados miembros.

La ciudadanía decide: cabe recordar que Cameron, el precursor del referéndum, mantuvo en todo momento una postura de permanencia en la UE y salvo el UKIP, los políticos británicos no parecían orientados hacia el abandono. El voto demostró que el poder de decisión no está en el Parlamento, sino en la ciudadanía.