Oda a las mujeres

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Invitado
A las pécoras, prostitutas, zorras y demás entes féminas creadas por la dama de Babilonia para hacer mal a su alteridad puro y sincero llamado hombre. Un mal acecha a la humanidad: el sexo fuerte y despiadado de la mujer vacilante, firme y serena ante la humillación de la pobre víctima en un intento de compensar sus constantes vitales. El hombre, condenado a su posición social y a su débil química, debe sucumbir ante la superioridad sexual y corporal de las curvas; el músculo tenso pierde ante el pecho abultado y blando, recordándonos nuestro primer fallo: alimentarnos de la leche maldita del pecho femenino. Nosotros nos rebelaremos contra aquel malvado género, declamado lo que es nuestro mediante la violación, la perturbación de lo bello y la aniquilación de lo romántico. Quemáremos las tiendas de ropa, las joyas robaremos, cogeremos a las esposas y a la hijas, de la edad que sean, y demostraremos que lo que sobresale supera a lo que se oculta. La conquista sexual y el pacto matronal quedarán nulos. Con o sin consentimiento desprenderemos esa blanquísima parte de nosotros sobre los rostros de las desdichadas pécoras. Y así el hombre volverá a reinar sobre la naturaleza, sobre la humanidad vital y sobre la vida misma.