D
Draxler
Invitado
El espionaje alemán en Tenerife se remonta a los tiempos de la Primera Guerra Mundial, cuando se instaló, en 1913, en el Puerto de la Cruz un misterioso científico llamado W. Köehler, el cual experimentaba con chimpancés en una finca llamada La Costa. Sin embargo, los ingleses creían que desde esa finca se enviaban mensajes cifrados a los submarinos alemanes que pasaban frente a las costas del Puerto. Incluso, a instancias de los ingleses las autoridades españolas se vieron obligadas en varias ocasiones a inspeccionar la citada propiedad. Les abría la puerta el encargado, Manolo, el de los Machangos, que eran conocidos los monos. Lo cierto es que durante los años siguientes los alemanes montaron en Las Cañadas del Teide un refugio llamado, Kaiser Wilhem-II, que, en realidad, era una estación meteorológica y de radio telegrafía para ayuda a la Kriegsmarine.
Refugio nazi en el Teide.
La Marina alemana siguió sus incursiones en aguas canarias y, en cuanto a Tenerife, hay constancia de la visita al puerto de Santa Cruz de Tenerife, en 1938, del crucero Schleswig-Holstein acompañado de los submarinos U-27 y U-30. Así mismo el acorazado de bolsillo, Deustchland, visitaría La Palma es mismo año acompañado de los mismos submarinos. Otros buques de guerra alemanes visitarían también Lanzarote y Gran Canaria como parte de la Operación Moro, una operación secreta de la Kriegsmarine, diseñada para montar una red de abastecimiento de buques y submarinos en varios puertos españoles, los canarios entre ellos. Hitler ya se encontraba en el poder y estaba preparando el terreno para la guerra que se avecinaba.
Una vez comenzada la Segunda Guerra Mundial, España se llenó de agentes, militares y funcionarios nazis, a lo que no fueron ajenas las Islas Canarias. Una vez montada aquí su base de suministros, los submarinos alemanes siguieron visitando los puertos canarios, como el de Santa Cruz de Tenerife. Pero el interés nazi por Canarias no se quedó en lo meramente estratégico. El caso es que los científicos de la Academia Nazi de la Ciencia, la Ahnenerbe, fundada por Himmler, estaban fascinados con la Prehistoria de Canarias y habían leído los más de 500 libros que se habían publicado hasta entonces en lengua alemana. Sabían que los primeros cronistas hablan de una raza blanca, rubios y de ojos azules, altos y fuertes, de mujeres hermosas, y sospecharon que eran los restos de la Atlántida, donde podían encontrar rasgos de la primitiva raza aria. Conocían lo escrito por el profesor Franz von Loeher en el S.XIX en su magnífico estudio sobre los germanos en Canarias.
Los científicos de Himmler conocían estas obras de sus compatriotas, generalmente bien documentadas, y quisieron ver en los primeros canarios no a descendientes de los Vándalos, sino de los atlantes, es decir, arios puros. Por eso organizaron una primera expedición a Canarias en 1939 compuesta por raciólogos experimentados, como Eugene Fischer e Ilse Schwidesky. Ambos eran nazis convencidos y se instalaron en la Universidad de La Laguna, fundando la Escuela de Arqueología Canaria. Allí daban clase y ponían sus ideas en orden después de estudiar las momias guanches y hacer estudios de craneometría tanto en vivos como en muertos. El aspecto germánico de muchos canarios actuales no hacía sino reforzar sus tesis sobre los primitivos canarios. Decían que “las hermosas chicas de Tenerife no desentonarían en Munich o Frankfurt” Los nazis creían, por ejemplo, que el nombre “guanche” procedía del alemán, “wandschen”, modificado por los españoles según lo escuchaban.
Esto es todo, cada día se aprende algo nuevo.
Refugio nazi en el Teide.
La Marina alemana siguió sus incursiones en aguas canarias y, en cuanto a Tenerife, hay constancia de la visita al puerto de Santa Cruz de Tenerife, en 1938, del crucero Schleswig-Holstein acompañado de los submarinos U-27 y U-30. Así mismo el acorazado de bolsillo, Deustchland, visitaría La Palma es mismo año acompañado de los mismos submarinos. Otros buques de guerra alemanes visitarían también Lanzarote y Gran Canaria como parte de la Operación Moro, una operación secreta de la Kriegsmarine, diseñada para montar una red de abastecimiento de buques y submarinos en varios puertos españoles, los canarios entre ellos. Hitler ya se encontraba en el poder y estaba preparando el terreno para la guerra que se avecinaba.
Una vez comenzada la Segunda Guerra Mundial, España se llenó de agentes, militares y funcionarios nazis, a lo que no fueron ajenas las Islas Canarias. Una vez montada aquí su base de suministros, los submarinos alemanes siguieron visitando los puertos canarios, como el de Santa Cruz de Tenerife. Pero el interés nazi por Canarias no se quedó en lo meramente estratégico. El caso es que los científicos de la Academia Nazi de la Ciencia, la Ahnenerbe, fundada por Himmler, estaban fascinados con la Prehistoria de Canarias y habían leído los más de 500 libros que se habían publicado hasta entonces en lengua alemana. Sabían que los primeros cronistas hablan de una raza blanca, rubios y de ojos azules, altos y fuertes, de mujeres hermosas, y sospecharon que eran los restos de la Atlántida, donde podían encontrar rasgos de la primitiva raza aria. Conocían lo escrito por el profesor Franz von Loeher en el S.XIX en su magnífico estudio sobre los germanos en Canarias.
Los científicos de Himmler conocían estas obras de sus compatriotas, generalmente bien documentadas, y quisieron ver en los primeros canarios no a descendientes de los Vándalos, sino de los atlantes, es decir, arios puros. Por eso organizaron una primera expedición a Canarias en 1939 compuesta por raciólogos experimentados, como Eugene Fischer e Ilse Schwidesky. Ambos eran nazis convencidos y se instalaron en la Universidad de La Laguna, fundando la Escuela de Arqueología Canaria. Allí daban clase y ponían sus ideas en orden después de estudiar las momias guanches y hacer estudios de craneometría tanto en vivos como en muertos. El aspecto germánico de muchos canarios actuales no hacía sino reforzar sus tesis sobre los primitivos canarios. Decían que “las hermosas chicas de Tenerife no desentonarían en Munich o Frankfurt” Los nazis creían, por ejemplo, que el nombre “guanche” procedía del alemán, “wandschen”, modificado por los españoles según lo escuchaban.
Esto es todo, cada día se aprende algo nuevo.