La historia carcelaria de Luis Roldán se
acaba, pero el misterio de su vidrioso botín
continúa. El ex director general de la
Guardia Civil, de 65 años, el hombre cuyo
formidable escándalo contribuyó a acabar
con los mandatos socialistas de Felipe
González, cumplirá el próximo marzo la pena
de 31 años de prisión a la que fue condenado
por un largo rosario de delitos y liquidará su
deuda con la justicia sin haber devuelto dos
propiedades en París y San Bartolomé
(Antillas francesas), valoradas en unos 3,7
millones de euros, además de un botín de, al
menos, otros 10 millones, según la
documentación judicial a la que ha tenido
acceso EL PAÍS.
"Paesa está protegido"
Los jueces han logrado embargarle sólo el
8,7% de su deuda y se quejan de que él no ha
devuelto nada
Los 10 millones de euros que ocultaba en 1993
en un banco suizo siguen sin aparecer. Sus dos
testaferros han muerto
"Cometió delitos muy graves y ha cumplido de
verdad y como pocos en este país", asegura el
fiscal Alejandro Luzón
Mediante ventas ficticias salvó sus dos joyas
de la corona: un piso en París y una villa en
San Bartolomé
"El dinero hay que moverlo porque si no te
pillan. Ellos iban en un reactor y nosotros en
coche", dice un perito
Anticorrupción no ha logrado localizar el
dinero que le pagó una televisión. Dice que lo
gastó en cubrir deudas
Los jueces han logrado recaudar en el
procedimiento civil 1.646.845 euros con el
embargo de cuentas corrientes y la subasta de
algunas de sus propiedades intervenidas en
España, 6 de sus 15 pisos, una cantidad que
sólo representa el 8,7% de los 19 millones de
euros que adeuda al Estado (ver gráfico). El
grueso de su fortuna, equivalente a 10
millones de euros del año 1993, se encuentra
escondido en un territorio ignoto y a buen
recaudo. Los testaferros Jean Henry, un
bombero suizo alcoholizado, y Jack Pierre
Aberlé, un tipo que acabó de indigente,
murieron como dignos personajes de novela.
Uno se reventó la cabeza de un disparo y el
cuerpo del otro apareció semidesnudo sobre la
cama de un hostal para vagabundos en
Ginebra. Sólo Roldán y Francisco Paesa, el ex
agente de Interior que le ayudó a ocultar su
fortuna, conocen la verdad sobre el paradero
del botín. "La localización del dinero fue
imposible en este caso y en otros muchos. La
culpa, como siempre, los paraísos fiscales", se
lamenta Alejandro Luzón, fiscal anticorrupción
que investigó el caso durante años.
Funcionarios de la cárcel de Zuera (Zaragoza)
preparan la liquidación de condena de Roldán
para remitirla al juez de vigilancia
penitenciaria que aprobará las cuentas y lo
pondrá en libertad definitiva cuando se
cumplen 15 años de su ingreso en prisión,
según señalan fuentes penitenciarias. Fue en
febrero de 1995 cuando, envuelto en una
ajustada gabardina y rodeado de policías de
paisano, descendió del avión que lo condujo
desde Bangkok (Tailandia) a Madrid, donde
terminó el periplo de sus 11 meses de
rocambolesca fuga. "Entonces no se
imaginaba ni por asomo que estaría 15 años
en la cárcel. Picó el anzuelo y creyó que le
juzgarían sólo por algunos delitos. Le
engañaron", asegura una persona próxima al
recluso que pide el anonimato.
Desde que en 2005 logró el segundo grado,
Roldán duerme en el Centro de Inserción
Social de Zaragoza y pasa el día en su
domicilio en esa ciudad, la antigua casa de sus
padres, un sencillo piso de 70 metros
cuadrados con un pequeño recibidor en el que
exhibe una fotografía dedicada por los Reyes.
Ha ejercido como presidente de su comunidad
de vecinos y se ha jubilado de vendedor de
seguros, una actividad a la que decía
dedicarse para obtener su actual régimen de
semilibertad. "Vivo de la ayuda de mi hijo y no
tengo un duro", asegura a los que le escuchan.
Una parodia más de este hombre que se
inventó hasta sus títulos universitarios.
Roldán pasea a pie por el centro de Zaragoza,
la ciudad natal en la que comenzó su carrera
política como concejal del Ayuntamiento, viaja
en autobús y no exhibe el menor signo de
riqueza, pero fuera de España oculta una
considerable fortuna que ha logrado salvar
con toda clase de trucos, trampas y una
cohorte de testaferros y abogados de dudosa
reputación. El auto de la Audiencia Provincial
de Madrid por el que se le anuló la concesión
del tercer grado penitenciario describía así sus
intenciones futuras. "Un empleo bien
retribuido no alcanzaría para restituir la
décima parte de los intereses anuales de lo
debido. Sólo es una mera coartada de la
decidida voluntad (del preso) de
aprovechamiento definitivo de lo malversado.
No ha devuelto voluntariamente nada y sólo
mediante ejecución forzosa y venta en pública
subasta de algunos de sus bienes se
conseguirá en el mejor de los casos una
fracción mínima de lo sustraído y defraudado".
Roldán ha salvado el grueso de su botín tal y
como advirtieron los jueces que le negaron,
una y otra vez, el tercer grado. Ahora los
planes del ex director de la Guardia Civil
apuntan fuera de España. En la isla de San
Bartolomé, una roca de 25 kilómetros
cuadrados en las Antillas francesas, Roldán
compró una coqueta villa de tres habitaciones,
salón, tres baños y piscina. Se llamaba Marie
Blanche (María Blanca), en honor de su
segunda mujer, Blanca Rodríguez-Porto, de 52
años, una gallega con la que tuvo dos hijos
después de separarse de su primera esposa.
La visitaban en Semana Santa, sólo con sus
amigos más íntimos, y sin la presencia de
escoltas o testigos incómodos que se
preguntaran cómo el jefe de los 75.000
guardias civiles tenía una propiedad en el
barrio de Marigot, el más exclusivo de la isla,
donde exhiben sus casas de verano las
primeras fortunas de Francia y personajes
como el bailarín Rudolf Nureyev, ya fallecido,
o miembros de las familias Rothschild y
Rockefeller.
Villa Marie Blanche cambió su nombre por villa
Majagua, pero sus dueños siguieron siendo el
matrimonio Roldán, una pareja hoy
distanciada, según los testimonios de
personas próximas a ambos. "Durante sus
últimos cuatro o cinco años Blanca dejó de
visitarle en prisión. Poco a poco la relación se
enfrió. Eso y el aumento de su condena por el
Tribunal Supremo le afectó mucho y condujo a
la depresión", asegura un funcionario de la
cárcel de mujeres de Brieva (Segovia) que
pide el anonimato. Roldán cumplió en este
centro la mayoría de su condena hasta su
traslado a la prisión de Zuera. Durante parte
de su estancia en Brieva, once policías le
custodiaban en distintos turnos en el pabellón
de 300 metros que ocupó en solitario por
motivos de seguridad.
En París el matrimonio disfrutó de un piso
señorial de 255 metros cuadrados en el
número 3-5 de la calle del General Detrié,
junto a la Torre Eiffel y los Campos de Marte,
en el distrito número siete, uno de los más
exclusivos de la capital francesa, un escenario
de glamour y lujo que a Blanca le fascinaba.
Otra de sus joyas inmobiliarias en el
extranjero que la justicia tampoco ha logrado
embargar.
"Con la Operación Esmeraldas que les montó
Francisco Paesa lograron salvar estas dos
propiedades", recuerda Conrado Pérez, el
perito que dedicó varios años a descifrar el
enorme rompecabezas de los centenares de
cheques que cobraba Roldán de las principales
constructoras del país (Huarte, Cubiertas y
MZOV, Agromán, Obrascón, Laín) por la
construcción de los cuarteles de la Guardia
Civil, así como del uso fraudulento de fondos
reservados de Interior durante los mandatos
de José Luis Corcuera y Rafael Vera.
El 17 de abril de 1994, cinco meses después
de que estallara el escándalo, el matrimonio
Roldán se alojó en el Beau Rivage, el exclusivo
hotel frente al lago Leman donde fue
asesinada la emperatriz Sissi, un
establecimiento que frecuentaba toda la
familia, incluidos la madre y hermanos de
Blanca, desde que todo el clan familiar abrió
cuentas en el CBI-TDB de la calle de Rhone,
en el centro de Ginebra, un banco donde les
introdujo Jorge Esparza Martín, entonces
director comercial de Huarte, un "cliente de
primera", según le catalogó la entidad.
Esa mañana los Roldán tomaron un taxi y
viajaron hasta Annemasse, un tranquilo
pueblo francés en la frontera con Suiza. Allí
les esperaba Roland Costacurta, de 69 años,
un gestor de fortunas amigo de Francisco
Paesa, el escurridizo personaje de las cloacas
del Estado que ayudó a Roldán a ocultar su
fortuna. El ex jefe de la Guardia Civil estaba
nervioso y desesperado. Había conocido a
Costacurta meses antes, después de que una
investigación de Diario 16 desvelara su
colección de pisos y su sociedad Europe
Capital, SL, y le había pedido que le vendiera
estas dos propiedades para borrar su rastro.
Ahora el objetivo era mucho más retorcido.
"Este tipo tenía problemas. Este tipo buscaba
soluciones a cualquier precio. No quería
aparecer como propietario de sus inmuebles
en París y San Bartolomé. Me propuso que
comprara las dos casas y me convirtiera en
comprador fiduciario", declaró Costacurta al
juez suizo Paul Perraudin cuando meses
después se descubrió el sofisticado engaño.
La cita se produjo en la notaría Barralier-
Moyne-Picard donde Costacurta, que tiene una
casa de campo en Annemasse, había hecho
otras operaciones similares. Todo el papeleo
estaba preparado para ejecutar la farsa. Las
sociedades Emeraude Vert y Emeraude Bleu
(esmeralda verde y esmeralda azul), inscritas
en la ciudad de Thonon y constituidas por
Costacurta, compraron el piso de París y la
villa de San Bartolomé y pagaron a los Roldán
1,2 millones de euros. Lo que no consta en las
escrituras de venta es que los Roldán habían
enviado el dinero de la compra simulada al
propio Costacurta tres meses antes. El notario
francés ignoraba que la pareja española
acababa de venderse a sí misma sus
propiedades. La policía suiza encontró en la
casa de Costacurta los 200.000 euros que el
testaferro cobró por la simulación, pero las
joyas inmobiliarias del matrimonio ya estaban
a salvo. "Intentamos embargar estas dos
casas. Mandé agentes a París y a San
Bartolomé, pero fue imposible", se lamenta
Rafael Bermejo, el comisario de policía que
participó en la detención de Roldán en
Bangkok.
De los 10 millones de euros que Roldán
ocultaba en sus cuentas suizas del banco CBI-
TDB no se sabe nada. La última pista conocida
condujo hasta el Overseas Union Bank, un
banco de Singapur donde los hermanos y
abogados luxemburgueses Monique y Jean
Paul Goerens, clientes de Paesa, abrieron
cuentas a nombre de la sociedad Almeida
Invesments en las que recaló el botín. El
llamado efecto helicóptero, mover el dinero de
un lugar a otro a velocidad de vértigo, volvió
locos a los peritos que le seguían la pista. "El
dinero hay que moverlo continuamente porque
si no te pillan. Ellos iban en un avión de
reacción y nosotros en coche. Nadie es tan
tonto de dejar quieto el dinero, sobre todo si
sabes que te están siguiendo. Lo perdimos en
Singapur. Allí se rompió la cadena. Fue una
auténtica pena porque el país se negó a
colaborar", se lamenta el perito Conrado
Pérez.
La cadena de la que habla Pérez arrancó en el
banco de Ginebra donde Roldán ocultaba los
10 millones de euros; y siguió en la sede del
Aresbank en Madrid donde los testaferros
Henry y Aberlé abrieron por orden de Paesa
dos cuentas a nombres de sociedades
domiciliadas en San Vicente (islas Granadinas)
y en Irlanda. Ahí se produjo el primer salto del
dinero y desde esa entidad, presidida
entonces por Luis Vañó y donde trabajó
Beatriz García, sobrina de Paesa, se inició el
efecto helicóptero que movió el dinero de un
sitio a otro hasta terminar en Singapur, un
férreo paraíso fiscal.
Alejandro Luzón, el fiscal anticorrupción, lo
recuerda así: "La colaboración de Suiza nos
permitió seguir muy bien la pista del dinero,
pero Singapur devolvió la comisión rogatoria
(auxilio judicial) y se negó a colaborar. Este
dinero puede estar ahora en cualquier sitio,
hay muchas leyendas, pero la única realidad
es que Roldán no lo ha devuelto". "Dedicamos
mucho esfuerzo y tiempo en seguir el dinero,
pero no pudo ser", reconoce el fiscal Daniel
Campos, hoy destinado en la Audiencia
Nacional.
La carrera que libraron peritos, policías y
fiscales en España contra los testaferros
contratados por Paesa la ganaron estos
últimos por goleada. Los dos principales
artesanos de la ocultación del botín suizo se
han llevado sus secretos a la tumba. El 31 de
agosto de 1994, un mes después de que las
autoridades de Singapur se negaran a
colaborar, el testaferro Aberlé, de 59 años, el
leal fiduciario de Paesa desde su etapa de
banquero en la Guinea del dictador Macías,
fue hallado muerto en el hotel Mont Blanc,
una residencia para vagabundos y prostitutas
en Courage, localidad separada de Ginebra
por el río L'Aure. José Luis Rodríguez, un
malagueño amigo de Paesa, regentaba el
establecimiento. El hombre que movió los 10
millones de euros de Roldán vivía como un
mendigo en la habitación número 15, no tenía
relación con su ex mujer ni con sus dos hijos y
los 625 euros que costaba su manutención los
abonaba el Hospicio General de Ginebra. "Mi
padre trabajó durante toda su vida para
Paesa", reconocen sus hijos, que entregaron al
periodista sus agendas en las que aparecen
múltiples gestiones para el ex espía del
Ministerio del Interior.
La suerte de Jean Henry, el otro testaferro que
vino a Madrid a abrir las cuentas en el
Aresbank conducido supuestamente por
Agustín Guardia, el abogado de Roldán, fue
más trágica y novelesca. Dos años después, el
27 de julio de 1996, la policía lo encontró
muerto en su apartamento de Ginebra, en el
número 52 de la calle Liotard, una casa
sencilla de cinco alturas. Tenía un disparo en
la cabeza. Henry supuestamente se suicidó,
estaba separado, no tenía hijos y su único
compañero era el alcohol. Nadie se interesó
por él y el Estado se hizo cargo de los gastos
del entierro. Sus restos reposan en una tumba
de anónimos en el Jardín del Recuerdo del
cementerio de San George, el lugar donde se
entierra en Ginebra a los que nadie reclama.
Los hombres que movieron el botín de Roldán
no vivieron para contarlo. La elección para el
trabajo sucio de dos personas desahuciadas
parece tan calculada como escalofriante.
Roldán asegura que Paesa se quedó con su
dinero suizo, pero la investigación judicial
demostró que este espía bregado en sucias
batallas durante la etapa socialista, ETA y los
GAL, cobró su parte del botín sustraído.
"Paesa recibió su parte. Ahí están los pagos
que lo acreditan, y la gente que hace estas
cosas no se queda con el dinero de sus
clientes", asegura el fiscal Luzón. "Nadie
puede creerse que Paesa se quedó con el
dinero. Tampoco que Roldán no tiene un
duro", insiste el comisario Bermejo. "No me
creo nada. Sólo los hechos probados. O lo
tiene él o Paesa. Hablamos de sólo dos
personas", apunta Antonio Asunción, que cesó
como ministro del Interior por la fuga de
Roldán.
¿Ha pagado suficiente Roldán? Los fiscales
Luzón y Campos, que le persiguieron sin
descanso, creen que en el terreno penal la
condena del ex director de la Guardia Civil ha
sido ejemplar. "Si lo comparamos con otros
casos de corrupción de la época, como el de
Filesa, AVE, etcétera, que tenían un perfil
similar nunca logramos tanta conformidad
entre nuestra petición de condena y la
sentencia final", dice Campos. "Cometió
delitos muy graves y ha cumplido como pocos
en este país. Y lo ha cumplido de verdad.
Sobre todo si lo comparamos con Mario Conde
y otros", apostilla Luzón. Los dos fiscales
reconocen que no todo fue perfecto y que el
mayor fracaso del caso fue no cazar a Paesa ni
localizar la fortuna suiza. El perito Conrado
Pérez reconoce que se quedaron sin investigar
las compras de uniformes a Inditex, de coches
a Citroën y Nissan y adquisiciones de la
Guardia Civil del Mar. "Tuvimos que cerrar el
caso por falta de tiempo", lamenta.
Roldán compareció hace una semana en la
sede de la Fiscalía Anticorrupción en Madrid
donde se investiga el paradero del dinero que
le abonó la cadena Telecinco por someterse a
una entrevista en 2008. Se paseó por el mismo
edificio donde todavía continúan el fiscal
Luzón y el comisario Bermejo. Y la historia se
ha vuelto a repetir. "Identificamos el pago de
unos 12.000 euros, pero cobró en efectivo y
nos ha dicho que le adeudaba la pensión a su
mujer y que se lo ha gastado todo. Ha
aprendido la lección de que para perder el
rastro del dinero no hay que utilizar cheques",
se queja uno de los funcionarios que presenció
su declaración.
Villa Majagua, en el paraíso de San Bath (San
Bartolomé), y el piso de París se dan por
perdidos. ¿Aparecerán algún día los 10
millones de euros que atesoraba en un banco
suizo? ¿En cuánto se habrán convertido
después de 17 años? "Reabriremos el caso si
nos llegan nuevas pistas. El asunto no está
cerrado", advierte el fiscal Luzón.
Los 31 años de condena se han reducido a 15
de cumplimiento
La condena de Luis Roldán a 31 años de
prisión por malversación, cohecho, estafa,
falsificación y contra la Hacienda Pública
quedó reducida a 20 años tras la
aprobación del nuevo Código Penal de
1995. El Tribunal Supremo estipuló que los
presos decidieran si cumplían sus condenas
con arreglo al código antiguo o al nuevo y
estableció que siempre se aplicaría la solución
más favorable al reo. El ex director general
de la Guardia Civil se acogió a este
beneficio y tomó las ventajas de cada uno
de ellos. El Código Penal de 1973
contemplaba la redención de penas y
Roldán redimió desde 1995 a 2000. A partir
de ese año se acogió al nuevo código en el
que varios de los delitos por los que fue
condenado tenían penas de prisión
inferiores. De esta forma, la condena de 27
años de la Audiencia Provincial de Madrid,
que el Supremo había elevado a 31 -el
ponente fue Cándido Conde Pumpido,
actual fiscal general del Estado-, se redujo
a 20 años, según explican fuentes de
Instituciones Penitenciarias. Roldán
redimió por estudios y buen
comportamiento cinco años de cárcel, por
lo que ha cumplido un total de 15 años. El
ex jefe de la Guardia Civil permaneció una
década solo en un pabellón privado de la
prisión de mujeres de Brieva (Ávila). Estuvo
custodiado por agentes del Cuerpo Nacional
de Policía, con los que jugaba partidas de
cartas y parchís. La puerta de su celda
permanecía siempre abierta y cada mañana
barría y fregaba la nave en chándal. "Preparó
su defensa durante mucho tiempo y pasaba
horas muertas leyendo los legajos que le
enviaba su abogado. Hizo estudios en la
UNED, pero los resultados no eran buenos.
Cuando fue condenado tuvo un bajón anímico.
Nunca nos habló del dinero", recuerda un
funcionario. Jorge Esparza Martín, ex director
comercial de Huarte, el hombre que condujo a
los bancos suizos a los otros miembros del
clan Roldán (Gabriel Urralburu, ex presidente
socialista del Gobierno de Navarra, y Antonio
Aragón, ex consejero de Obras Públicas,
también condenados), cumple su condena de
16 años de cárcel en régimen abierto desde
2007, año en el que logró el tercer grado. En
la prisión de Alcalá de Henares (Madrid),
donde ingresó en el año 2000, desarrolló
actividades para mejorar su situación
penitenciaria: monitor deportivo, comentarista
de prensa, profesor de inglés y de historia del
arte. Ha salvado parte de su patrimonio, tanto
en España como en Suiza. Urralburu y Aragón,
al igual que sus esposas, han cumplido ya sus
penas.