Una joven de 22 años ya acusó al líder de la 'manada' de Bilbao, alias "El Búho", de agresion sexual hace 8 meses

—No me toques el culo —le advirtió la joven a un chico de origen magrebí que miraba sonriente. Tuvo que levantar la voz para que la oyese. La música de la discoteca Fever de Bilbao sonaba atronadora.

—¿Quién lo dice? —preguntó con chulería el chaval que acababa de cumplir 18 años. Un tatuaje de un búho le cubría el cuello entero.

—Ni se te ocurra volver a tocarme el culo —le advirtió de nuevo la chica, de 22 años.

A continuación, se giró un poco y sin perderle de vista por el rabillo del ojo les contó a sus amigas, que habían presenciado los aspavientos, pero no sabían qué había pasado, lo que acaba de ocurrir. Con el dedo, para que supieran quién había sido, señaló al del tatuaje, que a su vez estaba con unos amigos, como él, de origen magrebí. Eran las 3.30 de la madrugada de un sábado a un domingo, concretamente la del 2 de diciembre de 2018. La joven debió confiar en que la advertencia lograría su efecto y no se cambiaron de sitio. La conocida sala de fiestas de Bilbao estaba repleta de zagales deseando pasarlo bien.

Solo trascurrieron unos minutos cuando el chico del tatuaje volvió a la carga. Se colocó detrás de la su víctima sin que ella se percatase y, amparado en el tumulto, empezó a sobarle una vez más el culo y la entrepierna con descaro. La joven saltó como un resorte.

—Te he dicho que no me toques, imbécil —le advirtió furiosa.

El del tatuaje no dio la sensación de querer hacerle caso, así que las amigas acordaron evitar la confrontación y cambiarse de lugar. Mientras caminaban entre el tumulto de la discoteca, el grupo se topó con uno de los miembros de seguridad de la sala. La joven agredida le advirtió de lo que les había sucedido. El hombre, conectado por micrófono y pinganillo con otros compañeros, les avisó del abuso y tres de ellos se situaron disimuladamente cerca de las chicas por si el del tatuaje del búho volvía a propasarse. Lo hizo.

El grupo de chicos, encabezado por el del tatuaje, se abrió paso entre el gentío hasta colocarse de nuevo al lado de su víctima y las amigas. El del búho en el cuello, sin ningún disimulo, volvió a sobarle en el culo y en la entrepierna, incluso frotó sus genitales contra su trasero. La joven se revolvió y al tratar de quitárselo de encima, el chico le dio unas palmadas con violencia en el culo. Los miembros de seguridad lo observaron y se lanzaron sobre el chaval. El chico trató de zafarse y se produjo un encontronazo violento. El adolescente no paró de luchar mientras lo trasladaban a una habitación de la discoteca donde lo custodiaron hasta que llegaron los agentes de la policía autónoma vasca. Tenía alguna que otra magulladura en la cara fruto de la pelea con el personal de seguridad de la discoteca.

A pesar de que todo había quedado grabado por las cámaras de seguridad del local y que había numerosos testimonios que acreditaban el delito, quedó en libertad a las pocas horas. Por aquello pende sobre él una acusación de agresión sexual, de la que todavía, ocho meses después, no se ha celebrado ningún juicio. De considerarle culpable, la pena podría oscilar entre los 3 y los 6 años de prisión. No es el único episodio delictivo que consta en su historial.

Por aquello pende sobre él una acusación de agresión sexual, de la que todavía, ocho meses después, no se ha celebrado ningún juicio

El pasado 4 de julio, a plena luz del día, las seis de la tarde, dos adolescentes que iban caminando por la calle Ripa denunciaron que él y otro magrebí, se les acercaron y las agarraron de los brazos para tratar de robarles los móviles. Las chicas se resistieron a pesar de la violencia y las amenazas de los asaltantes. Sus gritos llamaron la atención de otros viandantes que salieron en su ayuda y lograran que el del tatuaje del búho y su amigo huyeran. La carrera no les duró mucho. Una patrulla de la Ertzantza los detuvo unos metros más allá. Ambos están imputados por robo con violencia en grado de tentativa que puede acarrearle de 2 a 5 años de prisión. También esta vez chico magrebí quedo en libertad a la espera de juicio.

El varón del tatuaje del búho es la misma persona que, según la denuncia de una joven de Basurto, encabezó a un grupo de "cinco o seis" chavales (la chica no fue capaz de apreciar el número exacto), que la violó el parque Etxeberría de Bilbao hace más de una semana. En instancias judiciales ha sorprendido que la joven negará taxativamente conocer de nada al chico del tatuaje y que no se desdijese hasta que una amiga suya, que había pasado con ambos toda la tarde, decidiera contar la verdad a la policía. Muchos se preguntan qué sentido tiene que oculte este dato. La propia madre de la denunciante está convencida de que fue agredida sexualmente, aunque en su declaración verbaliza al menos dos dudas importantes sobre el relato que su propia hija hizo a los agentes.

Las pesquisas se centran ahora en dos aspectos: por un lado, recabar las imágenes de las cámaras de seguridad del entorno del parque Etxeberría para determinar con exactitud los horarios y cuántos de los detenidos estaban allí aquella noche, y por otro, el ADN. Se han enviado a los laboratorios de Madrid muestras que tomaron a la joven en el hospital de Basurto durante el reconocimiento médico. También se analizan ya las prendas que vestía la chica aquella noche. Los especialistas buscan la huella genética que pueda servir para apuntalar el caso.