Maniatan, secuestran, violan y prostituyen a una joven en el centro de Madrid

El infierno de una mujer nicaragüense de 31 años comenzó a principios de octubre, cuando se quedó en la calle. Desamparada, sin techo y con una maleta, fue el blanco perfecto para los engaños de un desconocido de avanzada edad, un extraño que le ofreció cobijo en el centro de la capital. Pero lo que parecía ser su salvación fueron cuatro chabolas erigidas en un parque cercano a la plaza de España. Una vez allí, el sexagenario la desplumó, blandiendo un cuchillo, la ató de pies y manos y la violó. La tortura solo acababa de empezar.

Durante dos largas semanas, Nanko, un hombre de nacionalidad búlgara, la trasladaba a diario, bajo amenazas de muerte, a un piso de la calle de la Ballesta, uno de los focos de la prostitución de la ciudad. Cada noche, regresaba a las chabolas —en las inmediaciones de las obras que dominan la plaza de España y la calle Bailén—, donde dormía maniatada. Así vivió hasta hace dos días. El pasado viernes, alrededor de las 17.30 horas, la víctima pudo alertar a una patrulla de la Policía Nacional en plena calle y trasladar a los agentes al domicilio de la calle de la Ballesta. Una decena de personas, de entre 61 y 69 años, han sido detenidas: tres rumanos, dos búlgaros, un iraní, dos marroquíes, dos españoles y un décimo de nacionalidad desconocida, según ha informado a ABC la Jefatura Superior de Policía de Madrid.

Organización criminal

Nanko fue el secuestrador, violador y cabecilla del grupo criminal que convirtió la vida de esta mujer en una pesadilla. El día que se conocieron, ella había perdido su hogar por «circunstancias personales», trasladan fuentes policiales. En el asentamiento ilegal, el hombre le arrebató sus únicas pertenencias: una bolsa, su móvil y una maleta azul. Un arma blanca y un nudo en muñecas y tobillos evitaron su huida. Mientras la agredía sexualmente, los moradores del resto de chabolas hicieron caso omiso. Ninguno acudió en su ayuda.

A partir de ese momento, cada día y durante dos semanas, Nanko llevaba a la joven a la calle de la Ballesta, donde la forzaba a captar varones a los que prestar servicios sexuales en un piso de la citada vía. Cuando Nanko desaparecía, la víctima se quedaba a cargo de Donka, una mujer de nacionalidad búlgara de la que recibía el mismo trato. Morir o subir a los «clientes» al domicilio.
Después del «trabajo» con el que se lucraban sus captores, Nanko, o alguno de sus subordinados, la arrastraban de nuevo al asentamiento ilegal. Atada de pies y manos, inmovilizada, hasta el día siguiente. El tormento no llegó al mes, quizá por un despiste de Nanko o Donka, gracias a que la joven interceptó a los policías el pasado viernes.

La decena de personas han sido detenidas por los presuntos delitos de prostitución, violación, amenazas graves, detención ilegal y pertenencia a organización criminal; la mayoría de ellos ya tenían antecendentes. La víctima ha pasado a manos de la Unidad de Atención a la Familia y a la Mujer de la Policía Judicial. Pese a que la pandemia y el estado de alarma decretado en marzo han limitado la criminalidad, entre enero y junio de este año se han producido 101 agresiones sexuales con penetración; el año pasado, durante el mismo periodo, hubo 118 violaciones. La capital concentra el grueso de estos delitos, 70 en los primeros seis meses de 2020, como refleja el último balance del Ministerio del Interior.