La mafia izquierdista fracasa en su intento de destituir a Trump, que será exonerado y continuará gobernando EEUU hasta 2024

El Senado ha votado finalmente a favor de no llamar a ningún testigo en el juicio político a Donald Trump, y se dispone ya a exonerar al presidente en el tercer proceso de impeachment de la historia de Estados Unidos. Una mayoría suficiente en el Partido Republicano se ha plegado a los deseos de Trump y ha votado este viernes por la noche en contra de alargar las vistas con interrogatorios a testigos.

La votación ha sido muy ajustada. De los 100 senadores, 51 han votado en contra de llamar a testigos y 49, a favor. Sólo dos republicanos —Mitt Romney y Susan Collins— se han unido a los demócratas e independientes. La acusación, que ejercen los demócratas, quería llamar a testificar, entre otros, a John Bolton, el consejero de Seguridad Nacional al que Trump despidió en septiembre.

Después de que el bloque compuesto por 45 demócratas, dos republicanos y dos independientes fracasara, el líder demócrata en el Senado, Chuck Schummer, dijo a la prensa aquí en el Capitolio que «América recordará para siempre el ignominioso día en que un juicio político al presidente acabó sin llamar a un solo testigo».

El diputado demócrata Adam Schiff, que ejerce de fiscal, dijo antes de la votación: «Según la defensa el presidente no puede hacer nada malo simplemente porque es el presidente. Ahí acaba su razonamiento: el presidente es el estado. Como presidente tiene el derecho divino hacer lo que le venga en gana. Que Dios nos ayude si esta estrategia triunfa».

Por su parte, la defensa ha respondido que era en la primera fase de este proceso, en la Cámara Baja, cuando debía llamarse a todos los testigos. «El Senado no está aquí para hacer las investigaciones que no hizo la Cámara. Aquel proceso no contó con las garantías necesarias, y llegó a unas conclusiones que no se sostienen», denunció el abogado Patrick Philbin.

La Cámara reprobó a Trump el 19 de diciembre, y abrió el juicio en el Senado. Queda ahora que los senadores decidan el calendario para la votación final, teniendo en cuenta que el lunes son los caucus de Iowa, la primera cita de primarias, y el martes el presidente pronuncia el discurso del Estado de la Unión en el mismo Capitolio. Un acuerdo preliminar alcanzado anoche apuntaba a que el voto final se producirá el miércoles.

El juicio más corto

Este ha sido el único juicio de impeachment en la historia que no ha contado con testigos en su fase final en el Senado. Como todos los anteriores juicios políticos, resultará un fracaso. Sólo Richard Nixon dimitió después de que se presentaran cargos en su contra, antes incluso de que estos llegaran al Senado para el juicio político.

Al darse cuenta de que este proceso está condenado al fracaso, la líder demócrata Nancy Pelosi distribuyó un argumentario entre los diputados de su partido en el que denunció que Trump «sigue siendo un peligro para la democracia y la seguridad nacional», «ha puesto sus intereses por encima de los de la nación» y «debe rendir cuentas». Pelosi, que inició este proceso de impeachment como presidenta de la Cámara de Representantes, espera ahora que sean las urnas las que expulsen a Trump.

Las elecciones presidenciales son en noviembre.

La pregunta a la que han respondido los senadores es: «¿Procede considerar y someter a debate dentro de las normas del impeachment cualquier moción para citar a testigos o pruebas?».

Para llamar a testigos los demócratas necesitaban 51 votos en el Senado, de los que carecían y para declarar culpable a Trump de los cargos de abuso de poder y obstrucción de las investigaciones requieren 67 votos, inalcanzables para ellos. El proceso, por tanto, ya ha fracasado. Sólo un veredicto de culpabilidad permitiría destituir al presidente.

Los demócratas, y algún verso suelto en el Partido Republicano como el senador Romney, han denunciado que un juicio de semejante envergadura debería haber contado con testigos. Más cuando Bolton, el ex consejero de Seguridad Nacional, ha escrito un libro, filtrado a la prensa, en el que afirma que Trump es de hecho culpable de los delitos de los que se le acusa: sí presionó a Ucrania, reteniendo ayudas millonarias, para que investigara al político demócrata Joe Biden, que se presenta a las primarias presidenciales

El sentir de los republicanos lo expresó el senador Lamar Alexander, que dudó sobre los interrogatorios y finalmente votó en contra de ellos. Como dijo la defensa del presidente, aunque esas presiones se hubieran producido, y Trump fuera culpable, esas acciones no serían lo suficientemente graves como para hacerle merecedor de la destitución.

Según dijo el senador Alexander en un comunicado, «fue inapropiado por parte del presidente pedirle a un líder extranjero que investigue a su oponente político y retener ayudas de Estados Unidos para alentar esa investigación. Pero la Constitución no le da al Senado el poder de destituir al presidente de su cargo y prohibirle presentarse este año simplemente por acciones que son inapropiadas».

El juicio político comenzó en el Senado el 21 de enero. Tras los turnos de la fiscalía y la defensa, los senadores pasaron dos días presentado preguntas por escrito. Tras rechazar los interrogatorios, los senadores deben debatir ahora las reglas para clausurar este proceso, eligiendo una hora para la votación final sobre el veredicto.

Nada impide ya a Donald Trump seguir gobernando el país más poderoso del mundo hasta 2024, al darse por descontada su victoria en las elecciones presidenciales del martes 3 de noviembre de una forma abrumadoramente mayoritaria.

 
Donald Trump supera el impeachment

Tres años y dos semanas después de haber tomado posesión del cargo, el presidente de Estados Unidos afronta el arranque de la campaña electoral para su reelección en su mejor momento. El impeachment ha fracasado estrepitosamente, su popularidad se encuentra en el punto más alto de su Presidencia, y la oposición demócrata ha perpetrado un ridículo apocalíptico en las primarias de Iowa, donde ese partido ha logrado la cuadratura del círculo -celebrar unas elecciones y ser incapaz de contar los votos- que no sólo ha destruido su prestigio sino, también, desatado las teorías conspiratorias sobre fraude electoral y favoritismo del aparato hacia unos candidatos. Y todo eso, encima, ha sucedido en la semana del Discurso del Estado de la Unión, que el presidente leyó el martes ante el Congreso, y que es una extraordinaria plataforma para transmitir su mensaje al conjunto del país.

La guinda de las victorias de Trump es, obviamente, el final del impeachment. No es que nadie esperara que el presidente fuera a ser destituido cuando la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, lanzó hace cuatro meses y medio una investigación preliminar para determinar si había bases para el impeachment por las presiones de Trump contra el Gobierno de Ucrania para que éste interviniera a su favor en la campaña de 2020. De hecho, Pelosi tomó esa decisión para frenar la presión del ala izquierda de su partido, que amenazaba con partir a los demócratas en dos.

Pero no por esperado el resultado es menos significativo. Los republicanos han demostrado una unidad a prueba de bomba -pese a que uno de los pesos pesados, Mitt Romney, votó a favor de la destitución-, al bloquear la comparecencia de testigos. El resultado ha sido una votación en función de la fidelidad a cada partido. Y, dado que los republicanos tienen mayoría en el Senado, ayer declararon inocente a Trump. Ésa es una decisión significativa.

En los dos impeachment que se han producido en EEUU con anterioridad -en 1868 contra Andrew Johsnon y en 1999 contra Bill Clinton- la propuesta de destituir al presidente no salió adelante, pero al menos consiguió la mayoría de los votos del Senado. Con Trump, la mayoría de los senadores votaron contra los dos artículos que se sometieron a votación: 'Abuso de poder' y 'Obstrucción al Congreso'. El presidente superó el de 'Abuso de poder', con 52 'noes' y 48 'síes'. En cuanto al de 'Obstrucción al Congreso', también obtuvo mayoría de 'noes': 53 frente a 47. Así, Trump es oficialmente absuelto de los dos cargos del 'impeachment'.

En otras palabras: es el equivalente de una absolución en un juicio. Es una victoria con un valor simbólico y político enorme, porque ratifica que Trump está por encima del Congreso. Como ha declarado el historiador Jon Meacham, "éste es, posiblemente, el presidente políticamente más poderoso de la Historia de EEUU".

POPULARIDAD

De hecho, Trump ya había entrado en esta semana con muy bien pie. Su popularidad se encuentra en el 49%, según la consultora Gallup, que realiza cada semana una encuesta a nivel nacional sobre el respaldo al presidente. Ésa es la cifra más alta desde que Trump llegó a la Presidencia, y le deja, literalmente, a un paso de la reelección, sobre todo si se tiene en cuenta que en 2016 ganó las elecciones con el 46,1% del voto popular. Las cifras de Gallup revelan que Trump tiene un respaldo absolutamente récord entre los republicanos, algo que ya quedó de manifiesto el martes en las primarias de Iowa, donde su partido sí fue capaz de contar los votos y el presidente se alzó con el 97,1% de las papeletas.

Pero la popularidad de Trump sube por todas partes. Aunque todavía está en niveles bajos, su respaldo ha alcanzado las cotas más altas de su Presidencia en comercio, uno de los ejes de su política económica, donde se anotó un éxito de primera magnitud el 16 de enero, cuando el Senado aprobó la revisión del Tratado de Libre Comercio en vigor desde 1995 entre EEUU, Canadá, y México, y cuya renegociación había sido uno de los puntales de la gestión de Trump. Lo mismo sucede en política exterior, donde el 53% de los ciudadanos aprueban su decisión de asesinar al líder militar de la Guardia Revolucionaria iraní, el general Qasem Soleimani, el 3 de enero, en un bombardeo en el aeropuerto de Bagdad. La mitad de los estadounidenses creen, así, que Trump debe ser reelegido, según Gallup. Nunca, en los tres años y dos semanas transcurridas desde su toma de posesión del cargo, se había alcanzado esa cifra.

Mientras, el circo demócrata en Iowa sigue. Sólo se habían contado el 75% de los colegios electorales, y el ex alcalde del pueblo de South Bend, el centrista Pete Buttigieg, era quien más equivalentes de delegados ha obtenido (porque el sistema es tan complejo que ni siquiera se puede decir que los candidatos consiguen delegados que les representarán en la Convención del estado de junio, de la que saldrán otros delegados para la Convención Nacional Demócrata de julio). Le seguían los líderes del ala izquierda, Bernie Sanders y Elizabeth Warren. El candidato que lidera las encuestas a nivel nacional, el ex vicepresidente con Obama Joe Biden, iba, de momento, en un distante cuarto puesto. Entretanto, todos los candidatos están haciendo campaña en New Hampshire, que celebra sus primarias el martes, y en donde Sanders parte como claro favorito.