Dense cuenta de la jugada que han preparado el gobierno y los medios de comunicación tras las protestas de los agricultores

Tras las protestas de los agricultores de las últimas semanas debido a la subida del salario mínimo y del bajo coste de sus productos, el gobierno y sus medios afines están preparando el terreno, nunca mejor dicho, para que las responsabilidades de los males de los agricultores sean de otros.

Como no están dispuestos a modificar los precios del gasoil, como no están dispuestos a rectificar esa subida de salario mínimo que lo único que va a traer va a ser más paro y como tampoco están dispuestos a bajar impuestos ni a reducir el coste de los seguros sociales o impuestos de sociedades, quieren hacer ver que todos los problemas de los agricultores están provocados por otro sector: el de los intermediarios.

Ahora los culpables de todo son las empresas que transportan los productos agrícolas, las empresas que almacenan estos productos en sus instalaciones, las que se ocupan de buscar clientes para esos productos y las empresas que colocan esos productos en sus estanterías para que sean comprados por el consumidor final.

Si se dan cuenta llevamos unas semanas en las que solo se habla de los escasos ejemplos de empresarios agrícolas que deciden asumir el coste de todo el proceso que hay que seguir para llegar al consumidor final. Solo se habla, y se falsean los datos, de lo “mucho” que ganan las empresas que almacenan, que transportan, que venden y que distribuyen esos productos. Y no solo se hace desde los partidos que gobiernan y que son los culpables de esta situación, también se hace desde muchos medios de comunicación para intentar buscar un culpable que permita eximir de su responsabilidad a quien verdaderamente la tiene: el gobierno.

La manipulación informativa en esta España de 2020 está llegando a unos extremos absolutamente vomitivos en los que no solo el gobierno manipula, también tiene a la mayoría de medios a su servicio buscando un fin común. Abran los ojos y no se dejen engañar, todas las empresas que participan en un proceso de producción, de distribución y de venta tienen un lastre y un enemigo común: la clase política que no está dispuesta a renunciar ni a un solo céntimo que genere el saqueo al que es sometido todo el sector privado.