Cae en Calpe una banda de 'cogoteros', especialistas en asaltar a sus víctimas a la salida del banco

La Guardia Civil de Alicante ha detenido a tres personas sospechosas de pertenecer a una banda de cogoteros y que probablemente trataban de asaltar a su próxima víctima en Calpe. Una vez detenidos, los agentes comprobaron que a uno de ellos, la mujer, le constaba un robo cometido en Jávea un par de semanas antes.

El pasado 20 de julio, agentes del Área de Investigación de la Guardia Civil de Calpe detectaron la presencia de una persona en las inmediaciones de algunas de las principales sucursales bancarias de la localidad. La actitud vigilante que observaron en él, les indujo a sospechas.

Transcurridos unos minutos, vieron a una pareja que salía de una de las entidades bancaria, y se comunicaba mediante una gesticulación discreta con la persona que estaban fuera. Los agentes decidieron identificarlos inmediatamente antes de que pudieran actuar sobre alguna víctima. Al verse sorprendidos, los sospechosos trataron de huir de allí a la carrera, y en distintas direcciones. Sin embargo, los tres fueron rápidamente aprehendidos por la fuerza actuante.

Tras unas primeras averiguaciones, los agentes pudieron comprobar que la mujer estaba implicada como presunta autora de un delito de hurto de 5.000 euros que había sido cometido en el interior de un banco en Jávea, el pasado 5 de julio.

Verificaron, además, que le constan numerosos antecedentes por hechos similares cometidos por todo el territorio nacional. Entre ellos, y de significativa relevancia, el robo de 158.000 euros cometido con fuerza en Garrucha (Almería) en el año 2019, en el que, junto a otros miembros, sustrajeron del interior de un coche el dinero que el perjudicado había sacado para pagar las nóminas de los empleados de su empresa.

Así operan los cogoteros​

A este tipo de grupos se les conoce como cogoteros. Son bandas criminales que se dedican al hurto al descuido y, en caso de considerarlo necesario, no dudarán en usar la violencia, contra personas que consideran vulnerables, normalmente por su edad avanzada. Los vigilan en las inmediaciones de entidades bancarias, aprovechando que hayan hecho un reintegro de efectivo, siempre de grandes cantidades.

Estos grupos suelen estar compuestos por tres o cuatro miembros, en el que suele haber, al menos, una mujer, que junto a un cómplice varón, simulando ser una pareja, entran en la sucursal para elegir a la futura víctima. Una vez localizada una persona que creen susceptible de caer en su atraco, la seguirán hasta el exterior del banco. Ya en la calle, esperan otros miembros, que aparentan ir solos o estar esperando a alguien.

Mediante señales, la pareja les indicará cuál es la víctima que ha sido elegida y ellos la seguirán hasta encontrarse a solas con ella en un lugar más apartado, dónde la abordarán mediante alguna treta o artimaña y le arrebatarán el dinero recién sacado, bien mediante un descuido del perjudicado, o bien, de no ser posible el hurto al descuido, no dudarán en utilizar la violencia para lograr su cometido. Si la víctima posee coche, pueden pinchar las ruedas para robar el dinero mientras que la víctima solicita la asistencia en carretera.