¿Qué diferencia a un policía ruso ejerciendo de hombre de un agente español atado de pies y manos por el buenismo progre?

AD.- Uno de los males de nuestro tiempo es el buenismo, una postura que no es expresión de principios morales profundos sino de pusilanimidad ante el conflicto. La obra de Max Frisch Biedermann y los incendiarios es una fábula en la que un ciudadano corriente, el señor Biedermann, cierra los ojos ante el avance de las fuerzas destructivas de la sociedad que se manifiestan en forma de incendios provocados.

Cuando Biedermann se encuentra con dos hombres en su casa, el matrimonio reacciona con aversión y desconfía de sus intenciones, pero ambos ocupantes actúan con una mezcla de arrogancia exigente y apelación a la compasión como víctimas de la sociedad, por lo que el señor y la señora Biedermann no se atreven a pedirles que se marchen.

Instalados en la casa, acometen de inmediato preparativos para incendiarla. Biedermann lo ve y oye todo y se inquieta, pero es incapaz de racionalizarlo y sacar la obvia conclusión de que se encuentra ante un grave peligro que debe conjurar. Sin embargo, hace todo lo que puede por complacer a los individuos. Les invita a cenar y pone la mesa de la manera más espartana posible para que quede claro que su familia no se considera superior a los ocupantes, sino que, por el contrario, está dispuesta a aceptar que son, sin duda, víctimas.

¿Qué le impide a Biedermann afrontar la realidad? Parte de la respuesta consiste en el buenismo, una postura que no es expresión de principios morales profundos sino de pusilanimidad ante el conflicto, lo que es aprovechado por los ocupantes ya que, cuando Biedermann empieza a hacerles preguntas críticas, se muestran ofendidos. Al final, el protagonista llega tan lejos en su intento de aplacar a los incendiarios y de convencerse de que todo se arregla con un poco de amistad y humanidad que acaba entregando a sus huéspedes las cerillas que necesitan para culminar sus planes: tanto su casa como la ciudad acaban siendo pasto de las llamas.

En Rusia, felizmente, se ha vacunado a la población contra el cáncer buenista. Defienden que los derechos de cualquier minoría no menoscabe los del pueblo ruso a vivir sin la presencia de indeseables en sus calles. Aquí se castiga a un guardia civil si se defiende de los que cruzan ilegalmente la frontera arrojando heces y ácido sulfúrico contra los agentes.

En Rusia la policia no solo puede, sino que se defiende y sabe mantener el respeto debido al uniforme que visten. Para mantener ese respeto contra los salvajes que no entienden de normas ni de buenas intenciones, existe el instinto. Si hay que recurrir al instinto de conservación, se recurre. Si hay que recurrir a la violencia contra los malos para que aprendan a comportarse, se recurre.

¡Ojo! No lo decimos nosotros. Definimos lo que ocurre en Rusia. Las quejas, al presidente Putin.

Ahora, pasen, vean, y disfruten.