Micropene

U

Usuario 7997

Invitado
Ahora que he captado tu atención amigo, déjame decirte que esto es un micro- relato.

Cobarde

Avancé por el pasillo en busca de un asiento: no muy adelante por si la charla resultaba insufrible, no muy atrás por si me parecía interesante. Me decidí por una silla en la cuarta fila y esperé distraída, a que comenzara la conferencia.
Se apagó la luz.
Silencio.
Cuando subió al escenario, no necesitó más que comenzar a hablar para tener al público suspendido de sus palabras. Envolvente. Mágico. Con la voz dibujaba historias y nos paseaba por el pasado y el futuro, por lo seguro y lo improbable.
Yo, cautivada. Él, cautivante.
De pronto y sin aviso, sus ojos se anclaron en los míos. Continuó tejiendo su charla sin soltarme más y yo me hundí en la intensidad de esa mirada absoluta.
Ahí, en mi asiento de la cuarta fila lo supe: que si lo dejaba entrar en mi vida ya no volvería a salir. Que sería un amor abrasador. Que me haría llorar tan fuerte que me partiría en dos. Rotundo. Insoportable. Porque hay amores tan fieros que no se sobrevive a su mordida.
Me levanté de mi asiento y me dirigí a la salida sin mirar atrás, mientras las lágrimas se volvían incontenibles. No era para menos: acababa de perder al gran amor de mi vida.