Ser de izquierdas no significa (a ver si con suerte a algunos les entra en su dura mollera) ser pobre ni vivir como un pobre, de hecho hasta se puede ser multimillonario como Teodulfo Lagunero y viviendo muy bien ser más rojo que la mayor parte de los que presumen de serlo y en realidad solo pretenden medrar. Porque ser de izquierdas es vivir lo mejor que puedas permitirte pero al mismo tiempo queriendo (y haciendo lo posible para hacerlo realidad) que todo el mundo tenga oportunidades, servicios básicos dignos asegurados, y que la riqueza esté mejor repartida. Esto significa aspirar a que si uno tiene mucho aporte mucho, y que si tiene poco no aporte nada. Algo que, especialmente con esto último no se cumple en absoluto desde que a mediados de los ochenta nos empezaron a freír con impuestos indirectos (IVA, hidrocarburos, tabaco y alcohol, etc.) para poder reducir los impuestos directos (IRPF, sociedades, herencias, patrimonio, capital, etc.) y que todo el peso del Estado lo soportaran las espaldas de los pocarropa. No es tan difícil entenderlo.
Pero la cosa, queridos y queridas soplagaitas amantes de lo injustificable y fanáticos/as varios/as, no va de eso en este caso.
He tenido que contrastar la noticia hasta límites ridículos para atreverme simplemente a creer que era cierto que Montero e Iglesias se habían comprado un chaletazo de más de 600.000 euros en ‘zona noble’, bien apartada del vulgo, y con una hipoteca de 540.000 euros. Y no porque a estas alturas siga confiando en el personal, sino porque les sigo suponiendo algún tipo de dignidad y sentido común. Y no digo de inteligencia, porque sé que la tienen y porque sé que este grupito es muy consciente de que pese a todo lo que hagan habrá quien nunca dejará de votarles, y quien mientras no haya nada mejor, les seguirá votando (puede que incluso un servidor si no tiene nada mejor que hacer ese día), como votábamos a IU, por ser el mal menor aunque sea por imagen, y que tienen asegurada la poltrona durante al menos una o dos legislaturas más.
En cualquier caso después de mucho preguntar y buscar, el que finalmente me ha resuelto la duda, antes de que la pareja emitiera un inútil comunicado conjunto en el que no se asume ninguna contradicción, y tras el silencio casi absoluto que guardaban al respecto no solo los protagonistas sino todo su entorno, e incluso los presuntos medios ‘enemigos’, ha sido el soplagaitas de Monedero:
Pero qué cara más dura tienes, querido. ¿A quién crees que le puedes colar esta mierda de argumento ridículamente victimista excepto a los abducidos, ignorantes y/o pesebreros? Un argumento por otra parte falso, porque la letra, como han confirmado –intentando confundir un poco, eso sí– los propios interesados, es de casi 2000 mensuales, y eso que el banco, si es cierto lo que dicen, se ha portado excepcionalmente bien con ellos.
Tendrías que aprender de tu compañero de partido, Diego Pacheco (alguien que por cierto no sé qué hace aún en Podemos), que respondiendo a quien también criticaba que era muy difícil acceder a una vivienda de ese precio con la limitación de salarios autoimpuesta en Podemos, y que era raro que un banco conceda semejante hipoteca a quien había prometido no estar más de ocho años en política, ha hecho la descripción más clara y sencilla que he visto (y sin tomar a nadie por imbécil como haces tú) sobre por qué, entre otras razones, en el caso de Iglesias y Montero, sin tener nada que ver con ser o no de izquierdas, está muy mal comprarse un chalé de ricos, y mucho más cuando acaban de empezar a vivir de la política (por cierto, en esto, como buenos alumnos aventajados, han ido mucho más rápidos que los Guerra, González y compañía, a los que en su día les llovieron críticas por casos parecidos):
El problema no es si la casa pueden pagarla con la limitación de salarios, el problema es si es compatible con el análisis que llevó a establecer la limitación de salarios. La política no puede ser nunca un ascensor social que genere que los políticos puedan acceder a un nivel de vida que les sería inaccesible si no fuera por la política. No por una cuestión personal ni moral sino porque ese ascensor social es un elemento estructural que dificulta la representación y los cambios políticos al uniformar los intereses de los representantes dentro de una élite minoritaria ajena a la realidad mayoritaria.
Y es que, como no ha habido tiempo material para un cambio de parecer razonable, lo que no tiene ningún tipo de disculpa es, sin ir más lejos, decir esto:
Y acto seguido meterte en la compra de una casa todavía más cara y en una zona muy propia de los de ‘arriba’ y comprada con lo que ganas por representar a los de ‘abajo’, y tras haber dicho también cosas como esta otra del vídeo y tantas más, como por ejemplo eso de:
“A mí me parece más peligroso, Ana Rosa, el rollo de aislar a alguien, porque entonces no saben lo que pasa fuera. Este rollo de los políticos que viven en Somosaguas, que viven en chalés, que no saben lo que es coger el transporte público”
Pero lo de las palabras ya es casi lo de menos. En este país deberíamos estar vacunados de aprovechados, parásitos y fantasmas, pero no acabamos de aprender. Casi parece todo lo contrario, que cada día estemos más tontos. Aunque no sé si eso es malo o bueno.
Así que el o la que quiera quitarle importancia a que aquellos que van dando lecciones de ética (algo que está muy bien si predicas con el ejemplo), y nada más empezar a vivir de la política, se compren un chaletazo de esos que por su tamaño y características además precisan personal de asistencia para su mantenimiento (jardinero, limpieza, etc.) y que representan justamente la imagen de esa parte de la sociedad de la que han insistido en diferenciarse, y que jamás piden disculpas ni entonan un ‘mea culpa’… con su pan se lo coma. Hay a quien le va la marcha. Pero por favor, a estas alturas no intentéis convencer a nadie con dos dedos de frente con vuestras tonterías, porque da más pena que asco.
No es el chalé, es la hipocresía